Carta a los montañeros

Cuando hace unos días Carlos me preguntó si podía escribir unas líneas sobre la situación actual de la estación de esquí de La Covatilla, le contesté que por supuesto. No podía negarme a trasmitir públicamente mi opinión sobre el problema. Por un lado es sólo mi opinión. Por otro, quizás -pienso-, sirva de algo hablar en alto, para que todos los que quieran, aparte de leerlo, piensen en ello -lo que ya sería un logro-, y así se pueda llegar hipotéticamente (confío poco en el ser humano) a hacer un acto de autocrítica que pueda evitar lo que en nuestro colectivo está sucediendo. ¿Es posible que el colectivo montañero pueda llegar a realizar una reflexión seria sobre su posicionamiento respecto de la conservación de las montañas en vez de, simplemente y de forma hipócrita, rasgarse las vestiduras cada vez que observa su destrucción, al tiempo que mira para otro lado cuando los grupos ecologistas piden ayuda para defender ese que es nuestro terreno de aventuras?. Así pues, me pongo delante del teclado con el sonido de Fito y los Fitipaldis de fondo, y escucho triste los acordes de su último disco, con el sugerente título de «Por la Boca Vive el Pez. ¿Quién dice que muere por ella?, mentira. Si no abrimos la boca, si que estamos muertos.

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Con nostalgia pienso en el buen puñado de artículos con los que buenamente he colaborado con Torre Santa, desde aquel lejano Ojos del Salado en el 88, hasta los últimos sobre la Salenques-Tempestades, la Cresta de Casterillou o las invernales al Almanzor. Entre medias, un montón de recuerdos que quise compartir sobre América del Sur, Asia, Alpes, Marruecos o España. Ahora me da muy mal rollo comenzar de nuevo unos renglones sobre algo que ha hecho cambiar mi opinión sobre las Federaciones, Los Clubes de Montaña y los propios montañeros. Preferiría mil veces escribir sobre fríos vivacs arrimado a un amigo para superar el frío, en vez de hacerlo sobre la lucha desigual que algunos entablamos contra la destrucción de nuestro patrimonio natural. Da igual que se llamen Covatilla, San Glorio, Formigal o Pepito de los Palotes. En la mayoría de los casos el proceso ha sido el mismo.

Como la mayoría sabréis, La Covatilla se aprobó y construyó después de tres años de lucha encarnizada contra los políticos, los intereses particulares de unos pocos y la manipulación ciudadana ejercida por los medios de comunicación, decididos a apoyar la infraestructura y a silenciar cualquier opinión crítica. Se aprobó en contra de los dictámenes negativos que los propios Técnicos de Evaluación de Impacto Ambiental elevaron al Consejero de Medio Ambiente (amigo personal del entonces Alcalde de Béjar y promotor del proyecto), y con la inestimable colaboración de un prestigioso grupo de montaña local, convertido en aquellos años en adalid de la infraestructura.

Dentro del colectivo montañero, solamente tres clubes de la capital salmantina levantaron la voz en contra por iniciativa propia y todo lo alto que pudieron, promoviendo una serie de actuaciones durante los años que duró el litigio para evitar lo que luego se demostró inevitable. El resto de las asociaciones montañeras o excursionistas ni siquiera participaron en concentraciones o reuniones. Únicamente algún montañero se llegó a acercar, incluso desde muy lejos (gracias por ello Ángel, no lo olvido) a alguna de las concentraciones organizadas, mostrando un gran compañerismo que nos levantaba la moral, a la par que evidenciaba las ausencias. Las muchísimas ausencias inexplicables, de clubes, de federativos, de montañeros particulares. Del resto no se supo nada nunca. La Federación ayudó en lo que se le pidió, pero incluso en aquella ocasión a remolque de lo que se le solicitaba, cuando en mi opinión debería haber sido la que dirigiera realmente las posibles actuaciones. Respecto de la oposición real a la infraestructura, la principal la llevaron a término los grupos ecologistas, tan fácilmente denostados por ciertos sectores influyentes de la sociedad (políticos, económicos,…) y que han conseguido finalmente que el conjunto de esa sociedad lleguen a despreciarlos, a pesar de que son los «policías» que defienden los intereses del conjunto de la comunidad, incluso ante los juzgados, con el dispendio económico que ello implica. Es curioso como en muchos casos, ante el público de la calle, el que denuncia es el malo de la película, en vez del político de turno, que es el que ha incumplido las leyes mientras esgrime una sonrisa más allá de sus orejas.

Y ya que me pongo a hablar de los sujetos que nos gobiernan, continuaré con uno de ellos. El Consejero de Medio Ambiente cumplió escrupulosamente con su papel de perfecto político e hizo prevalecer la mentira sobre los intereses generales de todos los Castellano-Leoneses y consideró que la destrucción de la sierra era asumible. Y se destruyó. Gecobesa, la empresa que gestiona las instalaciones, ya se encargó en los años siguientes de corroborar lo que todos sabíamos de antemano, es decir, que no iba a respetar las restricciones y condicionantes que la citada Consejería le había impuesto y, así, se dedicó inmediatamente a multiplicar ilegalmente por varios enteros el número y kilometraje de pistas permitidas, a ocupar terrenos de la Red Natura 2.000 protegidos por Europa, con declaraciones de LIC y ZEPA, o arrasar con la cubierta vegetal y con movimientos de suelos y piedras expresamente prohibidos en la aprobación, por poner sólo algunos ejemplos de sus infracciones. A todo esto los grupos ecologistas, los únicos que ya por esas fechas defendían nuestra montaña bejarana, interponían una tras otra diferentes denuncias en distintas instancias, en los juzgados, ante el Seprona, ante la Junta de Castilla y León y ante Europa, con algún viaje incluido de algunos de sus miembros a Bruselas para defender la queja. Algunas siguen su curso, lo mismo que las construcciones ilegales que en ningún momento se han suspendido, sorprendentemente, de forma cautelar. Ante esta situación la Junta de Castilla y León con la propia Consejería de Medio Ambiente a la cabeza, responsables directos de la destrucción de la naturaleza en buena cantidad de enclaves de nuestra comunidad, mira para otro lado cada vez que le llega una denuncia.Covatilla2

Todo esto es así hasta que en 2006 Gecobesa presenta lo que pomposamente llama Plan Director, que no es si no la legalización de todas las infracciones ya cometidas, y la irrupción en más terrenos LIC y ZEPA, incluyendo la cabecera del circo glaciar de la Garganta del Oso, lo que supone en sí el desplazamiento de la estación hacia la zona plana del Calvitero y hacia las pretensiones de muchos personajillos (hosteleros, políticos, constructores, promotores urbanísticos -entre los que se encuentra de manera principal el propio director de La Covatilla -¡Qué casualidad ¿no?!) de unirla con el área del Calvitero, encima del pueblo de Candelario. La siguiente ficha la mueve la Junta de Castilla y León. ¿Cómo?, ¿dándole un tirón de orejas a Gecobesa por hacer las cosas tan prepotente y descaradamente?. No. La Junta, con la evidencia que cometió en el caso San Glorio, se cura en salud y contesta a estas infracciones en materia de medio ambiente, ¡¡suspendiendo la tramitación del Parque Natural de Candelario!!. Aunque no acaban ahí sus maniobras pro-estación: llegados a este punto, los técnicos encargados del Estudio de Impacto Ambiental elevan una Declaración positiva al Plan Director, en vez de recriminar y solicitar la sanción de las ilegalidades cometidas (¡¡¡una de las pistas ilegales llega a penetrar en el mismísimo Parque Regional de la Sierra de Gredos!!!).

¿Alguien duda que toda esta gente debería engrosar como mínimo las listas del paro, si no ocupar su espacio en un centro penitenciario?.

Entre tanto, yo me pregunto qué hacemos los montañeros de a pie, a parte de leer rápidamente unos párrafos como estos y pasar la página al siguiente artículo de Torre Santa, que sin duda nos parecerá más interesante, ya que probablemente hable de algún evocador y frío vivac, de un par de montañeros bien arrimados hombro con hombro para combatir la escarcha de una noche alpina, en alguna montaña idílica, probablemente lejana y seguro que bien conservada; sin su estación de esquí, claro. Quizás, en el mejor de los casos, esa persona se sienta satisfecha como montañero, o ese montañero se sienta realizado como persona, cuando le llegue un correo electrónico con un boletín de la gente que lucha contra la estación que quieren inventar en San Glorio y hasta firme por internet alguna petición o queja a nuestros dirigentes. Se sacudirá las palmas de las manos satisfecho, convencido de haber cumplido ya, y suficientemente, y pensará para sí mismo que «no sé a dónde vamos a llegar con estos políticos que tenemos, acaban con todo». ¡Menos mal que aún nos queda rincones en los Andes y el Himalaya!, por que si esta es nuestra actitud hemos vendido nuestra alma montañera al más espabilado.

Y me pregunto aún más qué hacen los clubes de montaña al respecto, como canalizadores de los intereses del colectivo montañero, como entes con capacidad de organizar actuaciones dirigidas a la protección de nuestras montañas, de esas en donde luego organizan sus excursiones, travesías, escalada,…; con capacidad para convocar a los afiliados y levantar la voz. ¿A veces me pregunto qué opinarán ahora aquellos montañeros y aquel grupo local que defendieron la estación de esquí diciendo en los periódicos que sería de las más importantes de España, que habría nieve de noviembre a mayo, que no habría ningún impacto ambiental por que no había en la zona ni bosques, ni ríos, ni lagos; por que sólo había ratones y perdices, y por que sólo iba a ser una estación de esquí pequeñita?. ¿Habrá alguno que haya cambiado de opinión al comprobar que lo que realmente se mueve es el interés especulativo de unos pocos en los pueblos de la parte baja de la Sierra de Béjar, a costa de la innegable destrucción de la parte alta?. Me llevaría una alegría saber que algunos se han dado cuenta y reconocen la destrucción ambiental que supuso la estación de esquí, pues me ayudaría a creer nuevamente en el colectivo montañero. covatilla3Me ayudaría a pensar que realmente aún podemos ser MONTAÑEROS, y no simplemente deportistas que hacemos montaña. Para mí ser montañero implica algo más que practicar el montañismo, aunque ya sé que para muchos no es así (es una vieja y estéril discusión entre románticos y deportistas). Lo cierto es que si alguno de aquellos montañeros hubieran reconocido que todo ha resultado un engaño o, al menos, que la destrucción ha sido de una gran magnitud, me llevaría una grata alegría, pues les ejemplarizaría como personas; aunque lo que me gustaría de verdad es que ese reconocimiento se hiciera alguna vez público. Hasta ahora no he oído ninguna frase de arrepentimiento o de pesar. Nada. Su silencio deja escuchar el sonido de las máquinas ilegales destruyendo la Sierra de Béjar y de los ilegales cañones de nieve instalados sin el preceptivo Estudio de Impacto Ambiental, como no podía ser de otra manera.

Y como tampoco puede ser de otra forma, también me pregunto qué papel deben jugar las federaciones en estas polémicas ambientales que nos afectan a todos. Y como era de esperar, la respuesta en mí modesta opinión es tajante. Como máximos representantes de los intereses de los clubes y montañeros deberían ser los principales defensores de nuestras montañas. Así de simple. Se dice rápido, ¿no?; pero… por si alguno no quiere entenderlo a la primera, lo repetiré cuantas veces sea necesario: DEBERÍAN SER LOS MÁXIMOS DEFENSORES DE NUESTRAS MONTAÑAS. Digo «deberían», porque ya sé que no lo son.

Lógicamente, si los montañeros somos unos pasotas y no nos implicamos en la protección de nuestras montañas, muchos pensarán que no podemos pedir que la federación de turno, que al fin y al cabo es el reflejo de lo que somos, haga algo. Pues yo no estoy de acuerdo. Las federaciones tienen la obligación, moral y real, de defender por encima de todo los intereses de los montañeros, y el principal interés es tener una montaña saludable en la que practicar este modo de vida que algunos llaman deporte. Nuestra Federación ha realizado, desde mi punto de vista, incluso menos de lo mínimo quo debería haber hecho en esto segundo ataque de Gecobesa con su Plan Director. Sé cuál es la posición de la mayoría de las federaciones, incluida la nuestra. Hay un refrán que dice que no se muerde la mano que te da de comer, y ese parece ser el lema de todas ellas: no protestar demasiado, pues buena parte de los recursos económicos proceden de las comunidades autónomas. Quizás, lamentablemente esta sea la opinión de una mayoría de los montañeros, no lo sé y no creo que la federación quiera saberlo tampoco, por si acaso no ve respaldada su gestión en estos asuntos; pero desde luego no es la mía. A mí, si una mano me da un palo, la muerdo, aunque luego me deje sin comer. Es, por un lado, una cuestión de dignidad y orgullo. Por otro, se trata de ser consecuente con la propia opinión. No creyendo que nadie en la federación sea indiferente a la destrucción de nuestras montañas, el asunto queda así: abrazo la mano que me da de comer, aunque me de un palo y ello implique la pérdida la dignidad, dejando de ser consecuente con mis principios.

Los políticos y los gobiernos cambian, pero lo que ya es irreversible es la destrucción de nuestras montañas, de todas ellas, y dentro de unos años nadie se acordará de si tal Junta Directiva de la federación de turno consiguió unos euros más o menos a comienzos de siglo, pero seguro que señalarán con el dedo a todas ellas por mirar para otro lado mientras la mano que les daba de comer destruía el patrimonio de todos los españoles, para el presente y para el futuro, ayudada por su condescendencia. Visto de otra manera, llevar una federación es algo muy alejado del montañismo en sí. Es bregar como buenamente se puede -y en el caso de la Castellano-Leonesa sé perfectamente que con buena fe y mucho esfuerzo- entre unos y otros, politiquear entre los despachos, y currar mucho en la oficina, siempre tirando de los demás para «obligarles» a ayudar, para lo cual hay que ser diplomático, prescindiendo de ciertos sentires para ganar ciertas recompensas. Vamos, que se parece bastante a hacer política. Demasiado despacho y demasiada distancia la que existe entre cualquier federación y una de esas frías noches de invierno, tumbado entre las rocas de una ladera escarchada, tiritando y charlando con tu compañero bajo ese firmamento lechoso que es la Vía Láctea, de los próximos proyectos -sueños- que llevas en la mochila sobre montañas que, sin duda, serán lejanas y estarán bien conservadas. Sin su estación de esquí, claro.

P.D.: No creo que pueda contestar ya a ningún aludido, pues mi decepción me impide volverme a federar en la coyuntura actual. Me conformaría con que esta carta a la reflexión sirviera para plantear un debate abierto en el seno de todos los estamentos de nuestra federación, desde los deportistas federados a la Presidencia, sobre la línea de actuación en materia de protección de nuestras montañas que se debería seguir en el futuro más inmediato. Pero mi pesimismo es absoluto. Un saludo a Carlos y ánimo con la revista, que aún no me explico como la federación no busca la fórmula para que salgan cuatro números en vez de dos, y en color.

(artículo publicado en la revista Torre Santa, nº38)

5 pensamientos en “Carta a los montañeros

  1. Javi

    ¡Ole!. Se puede decir más alto pero no más claro. Me sumo a tu carta, colega

  2. Pepe

    Ciertamente, al final tenemos lo que nos merecemos. Si nosotros no luchamos por lo nuestro esta claro que nadie lo va a hacer.

    Y desde luego tu carta me ha servido para reflexionar sobre el tema y pensar que tampoco yo he hecho todo lo que debia. Habrá que ponerse las pilas. 😉

  3. Narciso de Dios Melero

    Es una lástima tener que compartir unas reflexiones como las que haces en tu carta… y lo más lamentable es que no se alejan de la cruda realidad ni un milímetro.

    Me encantaría contactar contigo -Jesús Nicolás- pues tengo algo que podría servirte.

    Sigue en la lucha, amigo… es el único consuelo que nos queda: el de pelear en la defensa de aquello en lo que creemos

  4. INAZIO

    Llorando por los paisajes desfigurados, deformados, alterados
    escandalizados ante la lacerante inmoralidad,
    perturbados por la dilapidación de los recursos económicos.
    Aun así….
    Despertemos conciencias…..
    Movamos voluntades …..
    Renovemos esfuerzos….

    Un abrazo, Inazio desde Huesca

  5. ZYSQO

    Admiro y me identifico con personas como tu. Bajo mi modesta opinión, creo que tendriamos que hacernos con pruebas visuales impactantes del daño que se está haciendo, para difundirlos en los medios de comunicación, ya que son los que tienen el poder en este pais, por lo menos de convicción, (está comprobado que hacen importante el que un famoso se case o se separe de otro). Así a la mayoría de la sociedad le quitariamos la venda de ese sabio refrán que dice; «OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE».

    Un saludo en la montaña, desde Badalona.

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