Muztaghata 1993
por Jesús Nicolás Sánchez Sánchez
fotografias: Jesús Nicolás Sánchez Sánchez
Participantes
Jesús Nicolás Sánchez Sánchez, del Grupo Salmantino de Montaña.
Francisco Sánchez Hernández, de Almería.
Manuel Torres Escamillas, de Almería.
Ramón Vilches Alemany, de Barcelona.
Enric Ripoll, de Barcelona.
Anna Agustí, de Gerona.
Miquel Esteva, de Gerona.
Miquel Castells, de Gerona.
Luis Juliá Torrent, de Gerona
Fechas
1 de agosto al 19 de septiembre de 1.993
Objetivos
El Muztaghata (7.546 m)
Cumbres
El Muztaghata (7.546 m)
Descripción
En la noche del 1 de agosto parte en tren, con unos 40 kg. de equipo, Jesús N. rumbo a Barcelona, en donde se reunirá con el resto de la expedición comercial organizada por «Muztag Cota 8.000», y que está dirigida por Enric R. despegan a las 14:30 p.m. rumbo a Islamabad, capital de Pakistán, a donde arriban a primera hora del día 3 para, en la jornada siguiente, continuar hacia el Muztaghata (ver ruta) atravesando el paso fronterizo con China denominado Khunnjerab Pass (4.602 m) por la mítica Karakorum Highway. Llegan finalmente al C.B. de la montaña el día 7 de agosto; atrás han dejado el Himalaya con la visión espectacular del Nanga Parbat (8.126 m), y atravesado el Baltistán y las montañas del Karakorum, así como recorrido el Pamir Chino en la región de Xinjiang, a orillas del Desierto de Taklamakan.
El C.B. se encuentra situado a una altitud aproximada de 4.400 m. Tras instalarse y dedicar un día a reconocer los alrededores, suben el día 9 unos 700 m. de desnivel para dejar un depósito de material al comienzo del glaciar e iniciar la aclimatación. Dos días después vuelven a portear más equipo hasta el depósito, pero esta vez lo recogen y continúan «foqueando» hasta el emplazamiento del C.I., a 5.500 m. aproximadamente. En esta ocasión ya no suben los dos compañeros de Almería pues tienen problemas médicos; muy especialmente Francisco S.
El momento más duro llegó al día siguiente cuando Francisco S. decidió iniciar el regreso a España, acompañado por Manuel T., para no poner más en peligro su vida a consecuencia de la deshidratación que la enfermedad le estaba provocando.
Dos días después de haber montado parte del C.I. vuelven a subir a este punto con el resto de lo necesario para quedarse a dormir en él y con equipo para el segundo campamento. A la mañana siguiente parten muy tarde -a eso de las 11:a.m.- con los esquís en dirección al C.II., que situarán 800 m por encima. El tramo que separa estos dos campamentos es realmente bonito, sin que llegue a ser nunca complicado de esquiar; algunas grietas animan primero la ascensión y luego el descenso, que realizan siempre desencordados. Sin embargo, este año el punto más característico del recorrido es un gran bloque de hielo, desgajado del glaciar, por debajo de cuya enorme pared vertical deben pasar. Este gigantesco serac pende como una «Espada de Damocles» sobre un tramo inclinado del recorrido que se atraviesa en diagonal. Por lo demás, la jornada se hace dura y larga, y para cuando llegan al C.B. de regreso han transcurrido diez horas de ejercicio continuado, habiendo instalado a unos 6.300 m. una de las tres tiendas que constituirán, más adelante, el segundo y último campamento de altura.
Las tres jornadas siguientes, con un tiempo irregular, las dedican a recuperar y ultimar los detalles de la ascensión. Pero en la cuarta, la del día 19, cuando tienen decidido partir para arriba, la climatología ha empeorado drásticamente y se tienen que rendir ante la evidencia: este no será el día. Sí lo será el 20.
Con 13 kg. en la mochila, Jesús N. parte junto con sus compañeros hacia el C.I.; el tiempo ha estado más estable y él se encuentra bien. El día 21 llegan, con el resto del material necesario a los 6.300 m. del C.II. Aún les queda trabajo allanando más espacio para las otras dos tiendas y preparar la cena y derretir mucha nieve, pero la aclimatación de Jesús N. parece ser perfecta, lo que le permite cenar muy bien.
Llega por fin la jornada decisiva. El despertador suena a las 6:30 a.m. y una hora más tarde comienza a clarear el día. Nuestro compañero del G.S.M. ha pasado una noche regular, pues el estómago le ha empezado a darle serios problemas, provocándole continuas arcadas desde el principio de la jornada. Esto será el comienzo de su martirio, pues no le permitirá desayunar ni ingerir prácticamente nada de líquido. Ramón V. está incluso peor; el resto de los compañeros han pasado mejor noche. El frío es, simplemente, asesino pues hay unos 35ºC bajo cero; aunque al menos no hace nada de aire, lo que sin duda les hubiera impedido subir.
Desde el comienzo Jesús N. sube moviendo los dedos de los pies y de las manos, lo que le obliga a concentrarse en esa pesada tarea. Cuando han superado 300 metros de desnivel, deciden regresar tanto Ramón V. como Enric R., pues el frío y las molestias de estómago y cabeza así se lo aconsejan. Van ganando altura los cinco restantes. El frío no ha disminuido después de salir el sol y, por el contrario, sí ha comenzado a levantarse un molesto aire que barre la nieve polvo de la superficie, aunque al menos a estas horas les da de espaldas. Van siguiendo la traza que han abierto en la nieve polvo un grupo francés. Jesús N. continuará durante toda la jornada concentrado en no parar de mover los dedos, aunque a menudo el sopor parece vencerle y siente como si se durmiera andando, como hipnotizado mirando el ir y venir de las espátulas de sus esquís. Por lo demás, continúa sin poder beber y habiendo tomado apenas dos barritas energéticas y un par de glucosport. El viento aumenta y algunas nubes quieren minar la moral de los cinco, aunque por debajo el paisaje continúa despejado. La parte final de la montaña se va tumbando más y más hasta volverse casi horizontal, lo que la hace eterna y más desesperante. Por fin comienzan a verse, sobresaliendo del hielo, las rocas de la cumbre y para cuando los cinco alcanzan el punto culminante del Muztaghata los últimos franceses la abandonan. El viento se ha vuelto más fuerte y aunque la temperatura real es un poco más benévola -25ºC bajo cero- cada dos o tres fotos tienen que recalentarse los dedos pues se les congelan. Abrazos, alegría. Ha sido muy duro este primer «7.000» salmantino, pero ha merecido la pena. El descenso hasta el C.II fue rápido, pero Jesús N. continúa sin poder beber nada, a pesar de su interés.
Con apenas unos sorbos de café, ayuda a desmontar el campamento en la siguiente jornada y se carga su parte para iniciar el descenso al C.I., lo que le resultará aún más duro que la subida a la cima: el cansancio acumulado y, sobre todo, la gran deshidratación que sufre, hacen que se sienta muy debilitado. Al llegar al campamento inferior aún tienen horas de luz suficientes para desmontarlo y bajar al base, o, al menos, hasta el depósito. Y así lo hacen. Si Jesús N. descendió soportando un gran agotamiento, ahora con el peso añadido del C.I. realmente va hundido bajo la mochila. Cuando llegan al final de la nieve, al contrario que el resto del grupo, nuestro compañero decide continuar el descenso con todo el material, en vez de dejar un depósito para recogerlo en la jornada siguiente, por lo que continúa hasta el C.B., ya al límite real de sus fuerzas. A medida que pierde más y más altura se va recuperando el estado normal de su estómago y para cuando llega finalmente al campamento sólo piensa en beber. Varios litros de cerveza china -muy suave-, naranjada y sandía van pasando por su garganta y sólo transcurrido el día siguiente se le pasa la obsesiva necesidad de beber cuanto tenga delante.
Tras un par de días de descanso desmontan el Base e inician el regreso a la carretera y a Rawalpindi, no sin antes hacer una rápida visita a la milenaria ciudad de la Ruta de la Seda: Kashgar, en donde se quedarán tres noches. Luego, la vuelta a Pakistán y el recorrido de la Karakorum Highway, con las incidencias típicas de este itinerario que ya en sí mismo es toda una aventura. Tras despedir a primeros del mes de septiembre a los compañeros catalanes, Jesús N. se queda en Rawalpindi sólo, disfrutando de la tranquilidad de los paseos por el Rajah Bazzar, empapándose de la atmósfera medieval que envuelve sus sucias callejas llenas de vida y de la amabilidad de sus habitantes. A mediados de mes tomará definitivamente un vuelo que, tras hacer escala en Londres, le depositará en Barcelona el 18 de septiembre. Al día siguiente llegará a Salamanca.