Por algún motivo

por | 23-12-2008

Siempre cuesta abandonar la comodidad del coche y empezar, vencer la pereza. Esta vez no hace demasiado frío así que no tardamos en prepararnos y salir. La pista está muy encharcada y en algunos tramos luce una fina capa de nieve. La hojarasca, caída pocas semanas antes, está ahora cubierta de blanco.


Portera


Los primeros minutos son duros, el corazón y la respiración se rebelan ante la nueva perspectiva. Poco a poco se van acompasando. Aparecen los primeros acebos cerca de La Honfría, también blancos. ¡Está precioso!



Empieza a nevar. Caen pequeños cristales, más parecidos al granizo que a los copos de nieve. Ahora viene el trozo más aburrido: llegar hasta el merendero en la base del Cervero. Un todoterreno está aparcado a un lado de la pista. Es el coche de los guardas que están refugiados dentro. “Menudo imbécil”, creo leer en sus labios mientras levanto la mano en señal de saludo. Y es cierto. Me vuelvo a preguntar qué nos empuja a hacer cosas tan aparentemente absurdas como ésta. Con muchos interrogantes pero con pocas respuestas me doy cuenta de que ya estoy en la portera canadiense, junto al merendero. Sin parar de correr espero a Cruz para hacer unas fotos y salimos del bosque: ahora no hay cobijo posible. El viento empuja la nieve con fuerza y pica al golpear en la cara.

Comienza la subida al Cervero propiamente tal. En este último tramo la pista tiene hielo por lo que baja aún más nuestro ritmo. Las ramas están cubiertas por una capa de escarcha considerable. Curva a la izquierda… curva a la derecha… otra vez izquierda y otra vez derecha… ¡recta final! Termina la pista. Hacemos los últimos metros de sendero hasta la caseta de la cumbre. ¡Llegamos!
No se ve nada hacia ningún lado así que media vuelta; ahora sí hace frío y las manos duelen a pesar de los guantes. Según bajamos deja de nevar y se abre algún hueco entre las nubes que nos deja ver Navarredonda. No encontramos a nadie hasta La Honfría, donde una familia juega con la nieve. Un traguito de agua y continuamos. La pista se hace larga.



Llegamos a la furgoneta cuando empieza a nevar de nuevo. Nos cambiamos. Tenemos todo mojado (¡todo, todo!) y la ropa seca nos regala una calidez especial. Una tosta de boletus en Linares y volvemos a casa, muy contentos por algún motivo.

2 pensamientos en “Por algún motivo

  1. pepe

    Por algún motivo… os llamaban locos, pero eran ellos los que estaban encerrados… 😉

    Buena carrerita os echasteis.

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